martes, 9 de abril de 2013
Volver a (no) soñar
Miré hacia abajo y no pude contener las lágrimas, que se agolpaban unas tras otras en un llanto descontrolado. En mis manos, inerte, yacía aún caliente el cuerpo de mi más fiel y querida amiga.
No quise mirar hacia el lugar del accidente, pero la sangre se había extendido por toda la calle. Aquello era terrorífico. Ella no quiso morir así, ahí. Se arrastró como pudo y llegó a la terraza donde siempre estaba tomando el sol o viendo a los niños jugar. Le hacía sentir libre.
No pude ayudarla.
Buscó colocarse entre mis brazos y dejó que la cogiera, buscando un alivio que no iba a llegar.
La abracé lo más fuerte que pude. Lloré.
Ese fue su final.
Me incorporé alterado y vi que había tenido una pesadilla. Bajé a buscarla para asegurarme que no había ocurrido en realidad, pero no la encontré. No pude encontrarla.
Justo cuando volvía al cuarto sonó el teléfono y una chica al otro lado, con una voz muy dulce, me decía que lo sentía por mí.
- ¿Por qué lo sientes por mí? ¿Quién eres? - pero en el fondo sabía quién era.
- Deja de pensar en mí, ya es tarde para echarme de menos.
- ¿Cómo? No te entiendo.
- Desiste. No quiero nada contigo.
- ¿Por qué me tratas así?
- Porque eres tu el que está muerto.
Esta vez si me pilló por sorpresa. Volví a despertar más alterado que en la segunda pesadilla.
Esta vez era el mundo real. Esta vez estaba bien despierto.
Pero con el alma encogida, incapaz de moverme.
Dos pesadillas seguidas eran demasiado.
Ya no quise volver a soñar.
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Nunca me ha pasado el tener dos pesadillas seguidas encadenadas, ya con una me despierto alterada perdida...
ResponderEliminarYo alguna que otra vez he tenido dos pesadillas seguidas, y eso es demasiado agobiante.
ResponderEliminarUn saludo desde http://retales-de-mis-noches-de-insomnio.blogspot.com.es/